Sería mucho más práctico, más autentico, más real, pensando a largo plazo, que los alumnos aprendan a trabajar las distintas dinámicas del tango. Sus posibilidades de acuerdo a sus situaciones.
De esta manera, a través de la sensibilización de los apoyos (propios y de la pareja, la conciencia y percepción de ellos), el leader podría invitar a la follower, con su abrazo, a la realización de movimientos definidos, generar una serie de ellos para crear una figura o desplazamiento.
Cuando se aborda el tango como si de dinámicas se tratase, en base a apoyos, el alumno comienza a percibir desde la primera clase una clara conciencia de la izquierda o la derecha de ambos en el piso.
Desde una posición estática, el leader puede dejar apoyada a la follower en su izquierda o en su derecha. A partir de allí, el leader decide sacar la pierna que desee para comenzar el baile, y llevar con el abrazo a la follower hacia las direcciones donde pueda desplazarse.
De frente a la pareja, teniendo en cuenta de que el tango es una cuestión de hemisferios, izquierdo o derecho, cuando dejamos a la follower apoyada sobre su pie derecho, por ejemplo, ese apoyo, se transmite hacia la rodilla, la cadera derecha, hasta el hombro derecho. De esta manera, el leader sabe perfectamente donde está apoyada la follower percibiendo como la línea de hombros y su tronco, se compensa hacia ese lado.
En otros bailes, como el merengue, la información es totalmente la contraria, ya que se compensa la desviación de la cadera con un movimiento opuesto con la línea de hombros. Por lo tanto, cuando está apoyado el pie izquierdo, cobra protagonismo el hombro derecho.
En el tango, se puede confiar en la información de los hombros de la follower para comenzar el baile. Y cuando ya se está en movimiento, cada paso que da la follower se puede transformar en eje para poder girarla.
Si aprovechamos una situación en la que se encuentra en los dos puntos de apoyo, podemos invitarla a hacer un doble pivote, conservando el apoyo de los dos pies, para luego caminar a la dirección deseada.
Todo es muy bonito y tal vez sea la mejor manera el aprender a través de la sensibilidad corporal al pisar y la generación de movimientos acorde a las situaciones en las que se encuentran los apoyos. Se conservaría así, de entrada, el carácter improvisado de esta danza, característica que la hace fabulosamente atractiva.
De esta manera, también, se pondría de manifiesto, necesariamente, la capacidad creativa por parte del hombre.
¿Si esta es la forma más correcta de enseñar un baile improvisado, porque nos dedicamos a buscar esquemas básicos para que entren a figuras?
1- La improvisación requiere de la capacidad creativa del leader. En cada movimiento que realiza, y en cada paso que invita a la follower, tiene que estar pensando en la siguiente acción. En un nivel inicial, si al leader le cuesta marcar a una follower en un punto exacto de un desplazamiento o de una figura, imagínense lo que costaría marcarle cada paso. El disfrute del tango se logra cuando podemos coordinar con la pareja, en complicidad, sin que las marcaciones sean una labor excesivamente pesada para el leader.
Si no tuviéramos algún esquema fijo, dentro del tango, que nos permitiese hacer una previsión, tendríamos que marcar cada uno de los pasos de la follower conduciéndola hacia aperturas, cruces hacia adelante y hacia atrás.
El leader no va a dejar de marcar en el tango por más que se conozca con la pareja. Pero al inicio, esos puntos claves en los cuales, a través del abrazo o de la posición corporal, tiene que marcar la posición siguiente de la follower, tienen que ser pocos, ya que son puntos donde el leader tiene que prestar atención. Y es la atención que le quita disfrute al baile.
Hasta llegar a la improvisación, el leader se apoyará en previsiones, esquemas de contenidos, básicos y normas que le indiquen que en un determinado momento, la follower va a realizar un movimiento y no otro.
2- Puede ser lo correcto el abordaje de la clase a través de las dinámicas, pero de esta forma, la población tanguera se vería reducida a mínimos.
Los pormenores que trae este método de enseñanza, a través de los apoyos y las posibilidades, es que depende de una paciencia infinita por parte de los alumnos, ya que la sensibilidad de los apoyos y la correcta compensación corporal, la confianza que llega con el dominio de los ejes y la seguridad de que no nos caeremos, se logra con el tiempo, y son contenidos que es preferible tratarlos a medida que se aprenden movimientos atractivos.
Mantener a un alumno percibiendo los apoyos durante un rato extenso de la clase, puede ser un riesgo muy caro, ya que se cansarían prematuramente.
Cuando termine la clase, el alumno debe tener la sensación de que ha materializado algún tipo de aprendizaje, y que lo ha convertido en algo funcional y aplicable a la milonga.
Estamos en una época donde todo pasa velozmente. Si tuviera la gente un mando a distancia nos pasarían más rápido o nos cambiarían de canal cuando se aburriesen.
Se exige de los profesores como si de la televisión se tratase. Contenidos divertidos y poco comprometidos. Que den la sensación de que se está haciendo “algo”, y de que no se pierde el tiempo.
La técnica, los apoyos, los giros, etc., son importantes. Pero la mejor forma de ver los contenidos como algo concreto es por medio de desplazamientos y figuras.
Con todo lo que pueda decir un detractor de la enseñanza prematura de figuras, la mejor manera de mantener la atención del alumno es a través de desplazamientos habituales y de figuras de estructura simple, que hacen que el alumno crea en la construcción del baile con las herramientas que les estamos proporcionando.
El secreto está en elegir las figuras que incluyen los conceptos y movimientos más importantes a trabajar en esta primera etapa, y que son la base para los contenidos del futuro.
El método de enseñanza se basa en la eficiencia dentro de su campo de acción. La idea no está solo en utilizar un estilo de enseñanza u otro, una estrategia metodológica u otra, unos contenidos u otros, sino, en saber utilizarlos en los momentos adecuados.